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Por - CNEC
17-10-19 23:19

Nuestra relación con el sol

Mariana González Araujo. Licenciada en Relaciones Internacionales y maestra en Economía y Negocios por la Universidad Anáhuac México. Es maestra de Medio Ambiente en el Campus Norte de la Universidad Anáhuac México, y estuvo a cargo de la Coordinación Académica del diplomado “Relaciones Internacionales y Medio Ambiente”, edición 2015, impartido por la Facultad de Estudios Globales a la Secretaría de Relaciones Exteriores. En la sociedad civil tuvo a su cargo la coordinación de proyectos sociales enfocados en ecotecnias en zonas de alta marginación realizados con el apoyo de Oxfam Novib, ONU Hábitat, British Council México y el Banco Mundial.

 

Comemos sol. Si desarrolláramos nuestras actividades diarias partiendo de esta premisa, podríamos ayudar a la mitigación del cambio climático a través de una mayor conciencia ambiental. Consumimos sol a través de la exposición solar con la cual obtenemos la vitamina D, y también a través de las plantas y los animales de los que nos alimentamos. Las plantas metabolizan el sol con la fotosíntesis, los animales las consumen y nosotros comemos ambos.

Conozcamos un poco más sobre la importancia de este astro en nuestra existencia y cómo podemos aprovecharle un poco más en nuestras actividades cotidianas y así hacer frente al cambio climático.

 

Salud

Para entender la importancia de la presencia de este cuerpo celeste en nuestra vida, veamos qué sucede con su ausencia. Una falta de exposición al mismo está relacionada con una disminución en la vitamina D, la cual está vinculada con enfermedades como cáncer colorrectal, cáncer de seno, esclerosis múltiple, hipertensión, artritis reumatoide, diabetes mellitus tipo 1 y 2, así como la enfermedad de Parkinson, como se demuestra en un estudio de la Oregon State University.

La buena noticia es que podemos prevenir una falta de dicha vitamina. Dependiendo de las diferentes altitudes y zonas geográficas, se recomiendan exposiciones diarias y la ingesta de vegetales y peces como macarela, salmón o sardinas, además de aceites de hígado de pescado.

En México somos afortunados, pues contamos con luz solar la mayor parte del día y podemos obtener sus beneficios a través de baños de sol de aproximadamente 20 minutos, en la mañana antes de las 10 am y por la tarde, después de las 4 pm, como recomienda el Dr. Javier Hernández Covarrubias, especialista en medicina ambiental, en su sitio faromedico.com

 

Alimentos

Nuestros alimentos transforman la luz solar en nutrientes. Y nosotros, al procesarlos para comerlos, volvemos a usar energía. Para esto, hay quienes utilizan sus rayos a través de hornos solares como la mayoría de los países con zonas desérticas y, más cerca, algunos países de América Latina.

La utilización de este tipo de hornos solares ayuda ante el cambio climático a través de calentar sin necesitar deforestar (para obtener carbón) o contar con grandes instalaciones (para transportar combustible). Lo que se hace es convertir en itinerante la posibilidad de energía calórica para poder cocinar y consumir los alimentos sin emitir ningún gas de efecto invernadero.

Existen varios modelos de estos hornos, pero lo que tienen en común es que concentran el calor; incluso pueden ser construidos con cajas de cartón o madera pintadas de negro y estar cubiertos por vidrio; además, pueden estar acompañados por espejos o papel aluminio para maximizar su eficiencia.

Al igual que este sistema, otra aliada es la deshidratación solar, la cual puede ayudar a combatir el desperdicio de ciertos alimentos, pues en el mundo se desperdicia cerca de un tercio de los alimentos producidos, y en México se habla de pérdidas anuales de 20 millones de toneladas de comida. Si bien esta pérdida y desperdicio es un tema aparte en el cual hay que considerar las pérdidas en pesca, agricultura, ganadería (con sus particularidades y críticas), lo que es cierto es que para algunos granos, vegetales y frutas el proceso de deshidratación puede representar una alternativa para evitar que sean desechados.

Por ejemplo, podemos utilizar el sol en el proceso de los ya conocidos frutos secos, de los jitomates deshidratados o convertirlos en una opción sana para botanas y colaciones. Incluso para mejorar el transporte de hongos, pues aunque en México se consumen sin deshidratar, se pueden inventar nuevos platillos aprendiendo de países como Japón y Alemania, que consumen el hongo shiitake.

La cuestión es que aún producimos mucho y desperdiciamos igual. Por ello, mientras aprendemos a tener otro tipo de producción más consciente, el astro rey puede ser nuestro aliado.

 

Transporte

Según datos del Banco Mundial, hasta el 2014 las emisiones de CO2 por transporte representaban poco más del 20 % de las emisiones totales originadas por la quema de combustible.

Nuestra forma de movernos actualmente no es del todo eficiente y cada vez son más los países que están presentando proyectos de transición de combustibles fósiles a fuentes renovables e innovadoras, invirtiendo en electromovilidad en el transporte público, aumentando ciclovías y mejorando banquetas para incentivar la caminata en distancias cortas.

Ante los recorridos largos, se percibe una apertura cada vez mayor al considerar otras formas de interactuar de forma remota desde lugares diferentes, como lo hemos experimentado a través de nuestra participación en conferencias, seminarios o cursos a distancia o con llamadas en video a nuestros familiares. Al respecto, quien las menciona de forma innovadora es Paul Hawken en el libro Drawdown (Penguin Books, 2017).

Hawken nos comparte el concepto de “telepresencia” como una tecnología inspirada en la inteligencia artificial y ejecutada en el Massachusetts Institute of Technology por el profesor Marvin Minsky, quien acuñó el concepto en un artículo de 1980 y que ha podido articular su visión de darles a las personas el poder de interactuar y tomar acción a distancia.

En Drawdown, Paul nos comparte que el impacto por evitar las emisiones generadas por los viajes de negocios se traduciría en la mitigación de 2 gigatones de CO2 y, en términos económicos, en el ahorro de millones de dólares por evitar vuelos innecesarios.

Y si los robots no son lo nuestro, entonces podemos explorar otras alternativas, como los trenes con sistemas híbridos de diesel y electricidad o los automóviles eléctricos. Cada día siguen generándose sinergias muy interesantes como la que desarrolla Hyperloop One con Elon Musk para que sus prototipos sean propulsados por energía solar y, en breve, puedan ser una opción para nosotros.

No estamos tan lejos: la Ciudad de México es una de las que ya apuesta por la electromovilidad. En su inversión más reciente sumó 40 nuevas unidades de trolebuses al Sistema de Transporte Eléctrico, acción que realizó de forma conjunta con la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS, por sus siglas en inglés).

Además, en la CDMX hay una mayor oferta de bicicletas eléctricas y monopatines compartidos. Y, aunque a diferencia de Ecobici aquellos no cuentan con estaciones ni vías delimitadas para su circulación, ya son una realidad. Habrá que encontrar ahora la regulación y la infraestructura que las acompañe para su correcto funcionamiento.

 

Conclusiones

En México cada vez se habla más de una apropiación del sol en diferentes aspectos de nuestra vida. Cada día es más común observar calentadores solares para generar energía calórica y paneles solares para generar energía fotovoltaica. La cuestión es poder cambiar nuestro consumo, transitar hacia uno más consciente que nos lleve a cambiar de fuentes, pero también a disminuir la cantidad de energía que consumimos. Lo anterior para hacer de la energía renovable una opción viable y accesible para la transición en nuestro país.

Sí es posible transitar a una energía menos contaminante si cambiamos nuestro paradigma de nuestra relación con este astro; podemos entonces aprovecharle y actuar en consecuencia. Por ejemplo, seguir investigando cómo podemos aplicar sus bondades en nuestra vida, no sólo desde los grandes laboratorios, sino desde la propia mesa y recordar que el sol es tan benéfico que hasta lo comemos.


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