EL TRABAJO DE LOS COLABORADORES VS. SU AUTORREALIZACIÓN

Por - CNEC
17-09-19 19:17

Víctor Torres.Licenciado en Contaduría y Finanzas por la Universidad de las Américas (UDLA), cuenta con un máster en Dirección de Empresas por el IPADE Business School y doctorado en Ejecución, Control y Gestión de empresas dentro del Departamento de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad Panamericana (UP), con cursos relacionados en DePaul University (Chicago, Illinois). Es profesor del área de Control e Información Directiva de IPADE Business School



Varios académicos del management hemos advertido que malas teorías de negocios pueden producir prácticas que, aunque bien intencionadas, resultan dañinas. Por ejemplo, que el rendimiento financiero es el mejor indicador del desempeño en una organización, si bien ocurre que dicho rendimiento conforma solamente una de las múltiples dimensiones entrelazadas en las organizaciones.

Por ello, basar gran parte de las decisiones en un solo conjunto de indicadores financieros, implicará el no tener la suficiente información para ejercer una dirección adecuada. De ahí que autores como Robert Kaplan (creador del Balanced Scorecard o BSC), hayan defendido la idea de que el líder de empresa debe contar con varios tipos de indicadores de desempeño.

Por su parte, Carlos Llano, profesor fundador del IPADE, propuso alternativas que guiarán la acción directiva. Ahora bien, su trabajo no consistió únicamente en proponer una nueva teoría del management, sino que incluyó en ésta una novedosa óptica filosófico-antropológica de la empresa y de quienes la integran, es decir, las personas.

Llano se dio cuenta de la urgencia de revalorar el trabajo como una actividad plenamente humana, misma que no podría ser únicamente vista como un medio para la subsistencia y de producción que acabe reflejado como un costo o gasto en los resultados de un estado financiero, sino que además puede llegar a ser una actividad que incluso lleve a las personas a su propia realización.

      

Trabajo, más allá de una necesidad material


Desde inicios de la historia humana, el trabajo ha servido para que las personas puedan cubrir sus necesidades básicas y no tan básicas, además de fomentar la generación, el intercambio y la disponibilidad de productos más complejos y sofisticados. Podemos darnos cuenta que en el mundo contemporáneo es cada vez más importante contar con una especialización del trabajo, porque las funciones-posiciones necesarias en el mercado son también cada vez menos convencionales y que es por ello que las empresas están contratando a expertos para desempeñar labores específicas. Esto es particularmente más común en organizaciones dedicadas a la manufactura o producción de bienes o servicios.

Independientemente del nivel jerárquico, parecería entonces que los trabajadores estarían condenados y confinados al terreno de la producción y generación de valor económico o material en su labor, realizando sólo acciones fijas y predeterminadas, como marcan varias teorías del management clásico (como el taylorismo). De ser así, significaría que las personas perderían casi una tercera parte de su vida diaria realizando una actividad que no repercute en su bienestar más allá de la remuneración que reciben por ella.

Sin embargo, Carlos Llano sostiene que el trabajo no es únicamente un medio de subsistencia. En las organizaciones humanas también coexisten dimensiones sociales y políticas.

En una empresa ideal, dice Llano, más que empleados debería de haber colaboradores: personas dedicadas a buscar fines compartidos. Así, las empresas son comunidades de personas que, además de procurarnos alimentación y sustento, también buscamos nuestra autorrealización, desarrollo y felicidad. Por lo tanto, el trabajo también debería contribuir a esta búsqueda.

En este sentido resulta importante que tanto los directores como los empresarios comprendan que su labor, además de velar por la sostenibilidad y sustentabilidad de sus organizaciones, tiene una responsabilidad añadida más importante y trascendente: velar por la realización y por el desarrollo completo de sus colaboradores.

      

Lo anterior no se trata de mero romanticismo académico, sino de la aplicación práctica de principios antropológicos y filosóficos adaptados a las organizaciones que tienen la exigencia de subsistir en ambientes cada vez más competidos, pero que además han descubierto que, incidiendo de maneras distintas en su factor más importante, pueden generar ventajas competitivas difíciles de imitar.


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